La mejor de las compañeras es la soledad. Mientras uno se deja acariciar por sus brazos, sólo se tiene dos opciones: caer en la desesperación o recurrir a la reflexión. La desesperación trae a la locura, y consigo, la inmsericordia propia del mal. Los afortunados, descubren la tranquilidad de la soledad, y la aprovechan para reflexionar la naturaleza propia de la existencia, y, así, descubrir los grandes misterios del mundo.
En mi soledad y locura propias, llegue a una de las grandes dudas que me han asaltado ¿Si la ira es pecado, y Dios siente ira, entonces es pecador?
¿Tu que opinas?
Se despide: pequeño quisquilloso de dios.
lunes, 16 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Buena cuestión. Supongo que siempre condenamos lo que no nos gusta de nosotros mismos, ¿no crees? Aunque castigar a otros por nuestros errores ya es una tontería. Prefiero pensar en los dioses de la antigua Grecia: sexualmente activos, iracundos y caprichosos... es decir ¡humanos!
ResponderEliminar